Tópicos aparte, esta isla árida, inconclusa, construida por sus hijos a golpes de gofio y soledad, muchas veces olvidada por sus afines, relegada a un papel secundario en el cartel promocional del archipiélago, me acogió con su belleza discreta y me ha incorporado a ella, revelando lentamente sus secretos, la magia desprendida en cada valle, en cada silueta de diferentes tonos de gris y ocre al atardecer, en cada huella que fugazmente se dibuja en la arena húmeda de bajamar. Exigente en su dureza natural, es, sin embargo, generosa en sus playas irrepetibles, en sus plácidos inviernos, en sus aguas turquesas del amanecer y furiosas en poniente.
Tal vez África, la hechicera, unida a ella por el viento y la arena, sea la culpable del influjo que, como una amante misteriosa, ha ejercido sobre mí.
Merece la pena descubrirla, vivirla.
Conócela con nosotros.
Ricardo Suárez, Fuerteventura, 2009
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